En el marco del rediseño de su estrategia de financiamiento, que se empezó a gestar en 1993, y de un contexto de "optimismo generalizado" derivado de los indicadores que predecían una inminente reactivación económica del país, ya inserto en el andarivel de las reformas neoliberales, Esquel comenzaría a pensar en nuevas modalidades de inversión en el desarrollo. Surgiría, así, la idea de "buscar fuentes de financiamiento en los organismos multilaterales" y de pasar a un manejo de crédito orientado "a la base social" que se convirtiese en una "herramienta de desarrollo, facilitando la captación y recirculación local del ahorro" .